jueves, 26 de agosto de 2010

La Carta que no entraba en una botella .

Y así sucedió. Tuve que llamarte “Car” para poder venir a escribirte; después de todo, las despedidas no son tan malas, o si. Habíase ocurrido en mi cabeza miles de maneras para empezar a contar esto que siento, y lo que quiero hacerte saber, pero tu imagen constante (Sonrisota) me tiene cegado, perdido, atontado.

Me enojo conmigo mismo en cuanto lo primero que se me ocurre hacer, es copiar tu perfecta forma de escribir enumerando (Que un palito, que el vapor de la pava, que una estrella caer, que una canción, que un árbol tallado, que un eclipse, que soy niño, que soy padre, que sos luz, que sos luna, que sos estrella constante, que somos no sé qué). Como notaras, no sirvo para eso, por lo tanto intentaré impetuosamente rellenar estos reglones con muchas palabras y pocas comas. Desgraciadas ellas (las palabras), que necesitan juntarse armoniosamente para acariciar cierto sentido de intimación, hoy niegan revelarme su identidad, dificultándome aun más la tarea.

Pero sigo redundantemente con los peros, tan redundante como lo es el aburrimiento que hayo al querer citar a grandes escritores, cantores y etcéteros, incapaces ellos, también, de poder describir este sentimiento, que ni por encargo lograrían captar.

Esta libertad que generan tus alas, éste abrazo que aprieta a mis dedos, ese beso que nubla mi visión. Esto que pasados algunos reglones sigue siendo indescifrable, esto que me mantiene flotando en una burbuja de querertetanto. Esto que sentirás en cuanto alces tu cabeza, cierres tus ojos, agudices tus oídos. Esto que, en donde te encuentres, escucharás. Esto que no es menos, que el fuerte latir de mi hoy TUYO corazón.

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